La revolución sexual y sus consecuencias

De seguro que nadie se esperaba el fenómeno que se vivió en la sociedad en la segunda mitad del siglo XX. Veníamos de una época llena de restricciones a principios de siglo, arrastrando la mentalidad victoriana del siglo anterior y extendiéndola en los primeros años de la centuria. Pero parece que dos guerras mundiales, hambrunas, enfermedades y la tensión nuclear que se creó tras todo esto fue el colmo para la ciudadanía de todo el planeta. Necesitaban una vía de escape, y empezaron a buscar motivos de felicidad al alcance de la mano, y luchar por ellos. Así, más o menos, fue como se generó la revolución sexual, que tanto de sí ha dado hasta nuestros días.

El movimiento hippie tuvo mucho que ver con todo esto. Con todo ese lema de «haz el amor y no la guerra», que se generó gracias a la Guerra Fría y el conflicto de Vietnam, parecía que la población de EEUU estaba hasta la gorra de temas bélicos; por ende, decidió que iría por el camino lo contrario. Claro que a la búsqueda de ese amor universal se unieron otros componentes, los psicotrópicos, que no eran algo nuevo pero que empezaron a consumirse como si fueran pipas. Y de repente, eso les hizo darse cuenta que el amor no era algo incorpóreo, sino tangible, si se transformaba en sexo. Así que eso de hacer el amor se transformó en algo literal, y su mayor impacto se vio en la población más joven del planeta.

Millones de chicas se echaron a las calles proclamando que querían ser libres para vivir su propia sexualidad. La imagen de muchas de ellas con sujetadores en la mano pidiendo igualdad sexual ha quedado para siempre en la retina de los historiadores; pero también en las nuestras, porque no hace tanto tiempo. De repente, lo más chic era ser una jovencita liberada, muy lejos de esas chicas recatadas que no subían sus faldas más arriba de las rodillas, y que no dejaban que sus novios les metieran mano hasta que tenían el anillo en el dedo. Y ya te imaginarás lo que todos los carcas del mundo mundial empezaron a rajar sobre estas mujeres jóvenes que ahora querían tener sexo, como mínimo, con la misma libertad que sus homólogos masculinos.

Y puedes estar seguro que el porno actual está muy influenciado por esta revolución sexual. Se acusa a la pornografía de usar muchos estereotipos, a pesar de que esto es un concepto moderno y las representaciones pornográficas ya tienen milenios de existencia; pero si bien es cierto la afirmación, todos ellos provienen de la época en que el sexo libre y sin ataduras se volvió una filosofía de vida. Y porque la gran mayoría de estos revolucionarios eran gente joven, ahora podemos ver videos de jovencitas xxx por doquier reflejando nuestras mayores fantasías eróticas. Universitarias, colegialas, animadoras, canguros, vecinas… y, en fin, todo un rosario de chicas de 18 años a las que todos querrían echarle el guante. Las webs de porno gratis se alimentan de todos estos roles que han sido los reyes durante años y años; y aunque ahora también vayan ganando otros estereotipos con otras protagonistas, te aseguro que el porno jovencitas estará aún durante mucho tiempo en los primeros puestos de los más visitados por los cibernautas.

Por cierto, la revolución sexual no va de ir por ahí follando como conejos, ni de tener varias parejas en stand by, ni de tener la libertad de ver pornografía a todas horas. Por desgracia, eso es lo que ha visto mucha gente durante muchos años, y aunque se supone que el espíritu sería poder vivir tu propia sexualidad como quieras y todo esto estaría permitido, no debemos quedarnos en la superficie. Recordemos que gracias a este movimiento, el mundo del feminismo ganó muchos puntos, y luego su influencia llegó a otros colectivos, como el de los LGTBI. Claro que, como todo en esta vida, no ha podido ser perfecto, aunque nos consuela saber que ni siquiera tiene un siglo de vida, ¡el futuro será mejor!