El origen de los mercados navideños

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Para muchos, los mercados navideños evocan nostalgia, con sus luces brillantes, olores azucarados y sonidos alegres que recuerdan a los visitantes las Navidades pasadas. Pero mientras que la tradición de los vendedores ambulantes pregonando sus productos durante las festividades se remonta a cientos de años, el mercado navideño, como se lo conoce hoy en día, es una creación sorprendentemente moderna.

Celebrados anualmente en docenas de ciudades de todo el mundo, desde Zagreb, Croacia, hasta Dresde, Alemania, Shanghai, China y Chicago, Illinois, los mercados navideños suelen presentar puestos al aire libre que venden regalos, golosinas de temporada y bebidas calientes. Las exhibiciones de luces , las decoraciones y las actuaciones festivas a menudo acompañan estas ofrendas.

Las raíces del mercado navideño se remontan a Viena en 1296, cuando el duque Alberto I autorizó ferias de 14 días en el mes de diciembre. A pesar del momento de estas festividades, las ferias no estaban directamente conectadas con la Navidad y no parecían ser de naturaleza religiosa.

Otro ejemplo temprano de un mes de Adviento, pero no necesariamente con un tema navideño, se encuentra en Bautzen , Alemania. En 1384, Wenceslao IV , rey de Bohemia, concedió a la ciudad el derecho a celebrar un mercado libre, permitiendo a los carniceros vender carne hasta Navidad.

Los mercados navideños pueden tener principalmente orígenes alemanes, pero eventualmente se extendieron a partes de habla alemana de Italia, Suiza y Francia. Esta tendencia encaja con la procedencia general de las prácticas navideñas: la tradición de colocar un árbol para celebrar la festividad supuestamente comenzó en Alemania en el siglo XVI. Según el reverendo Robert Kolb , teólogo del Seminario Concordia, St. Louis, el primer registro escrito del árbol de Navidad aparece en un documento de 1527 de la ciudad alemana de Mainz.

Durante la época medieval, dar regalos estaba más relacionado con el 6 de diciembre, día de San Nicolás , que con la Navidad. Como santo patrón de los niños, se creía que Nicolás recompensaba el buen comportamiento con regalos . La Navidad, por su parte, marcaba el final del Adviento, un período de ayuno y reflexión religiosa, y el comienzo de 12 días de celebración.

La idea de dar regalos el 25 de diciembre en lugar del 6 de diciembre generalmente se atribuye del siglo XVI a Martín Lutero, el sacerdote alemán que inició la Reforma protestante. Enfatizando la importancia de una relación directa con Dios, Lutero y sus seguidores rechazaron el arte religioso, particularmente los iconos de los santos, como distracciones idolátricas de la adoración basada en la fe.

Como la entrega de regalos se convirtió en sinónimo de Navidad, algunos miembros de la sociedad se opusieron a la naturaleza cada vez más indulgente de la festividad. En el siglo XVII, los puritanos ingleses argumentaron que la Navidad se había convertido en una excusa para festejar y beber en exceso. Una ordenanza aprobada por el parlamento británico en 1643 señaló que los cristianos habían convertido “esta fiesta, fingiendo la memoria de Cristo, en un olvido extremo de él, al dar libertad a los deleites carnales y sensuales”.

A pesar de estas críticas a la temporada navideña, los mercados navideños ganaron terreno en toda Europa en el siglo XVII y principios del XVIII. Al igual que hoy, eran lugares para comprar carne, productos horneados y productos básicos. Según Spennemann y Parker, a menudo se encontraban cerca de las iglesias, actuando como un lugar de reunión para ciudadanos de todas las clases, desde trabajadores hasta feligreses, viajeros extranjeros y la nobleza.

A finales del siglo XIX, los mercados navideños estaban en declive. Sin embargo, experimentaron un resurgimiento después del final de la Segunda Guerra Mundial, en gran parte debido al aumento del consumismo. A fines de la década de 1960 y durante la década de 1970, los mercados ya abrían el último fin de semana de noviembre, lo que brindaba a los compradores aún más oportunidades de gasto. En las últimas décadas, los mercados navideños han proliferado en todo el mundo, atrayendo visitantes de Europa , América del Norte, Asia y Oceanía . Si bien cada mercado es único, una fascinación subyacente con el pasado une a muchos.

La revolución sexual y sus consecuencias

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De seguro que nadie se esperaba el fenómeno que se vivió en la sociedad en la segunda mitad del siglo XX. Veníamos de una época llena de restricciones a principios de siglo, arrastrando la mentalidad victoriana del siglo anterior y extendiéndola en los primeros años de la centuria. Pero parece que dos guerras mundiales, hambrunas, enfermedades y la tensión nuclear que se creó tras todo esto fue el colmo para la ciudadanía de todo el planeta. Necesitaban una vía de escape, y empezaron a buscar motivos de felicidad al alcance de la mano, y luchar por ellos. Así, más o menos, fue como se generó la revolución sexual, que tanto de sí ha dado hasta nuestros días.

El movimiento hippie tuvo mucho que ver con todo esto. Con todo ese lema de «haz el amor y no la guerra», que se generó gracias a la Guerra Fría y el conflicto de Vietnam, parecía que la población de EEUU estaba hasta la gorra de temas bélicos; por ende, decidió que iría por el camino lo contrario. Claro que a la búsqueda de ese amor universal se unieron otros componentes, los psicotrópicos, que no eran algo nuevo pero que empezaron a consumirse como si fueran pipas. Y de repente, eso les hizo darse cuenta que el amor no era algo incorpóreo, sino tangible, si se transformaba en sexo. Así que eso de hacer el amor se transformó en algo literal, y su mayor impacto se vio en la población más joven del planeta.

Millones de chicas se echaron a las calles proclamando que querían ser libres para vivir su propia sexualidad. La imagen de muchas de ellas con sujetadores en la mano pidiendo igualdad sexual ha quedado para siempre en la retina de los historiadores; pero también en las nuestras, porque no hace tanto tiempo. De repente, lo más chic era ser una jovencita liberada, muy lejos de esas chicas recatadas que no subían sus faldas más arriba de las rodillas, y que no dejaban que sus novios les metieran mano hasta que tenían el anillo en el dedo. Y ya te imaginarás lo que todos los carcas del mundo mundial empezaron a rajar sobre estas mujeres jóvenes que ahora querían tener sexo, como mínimo, con la misma libertad que sus homólogos masculinos.

Y puedes estar seguro que el porno actual está muy influenciado por esta revolución sexual. Se acusa a la pornografía de usar muchos estereotipos, a pesar de que esto es un concepto moderno y las representaciones pornográficas ya tienen milenios de existencia; pero si bien es cierto la afirmación, todos ellos provienen de la época en que el sexo libre y sin ataduras se volvió una filosofía de vida. Y porque la gran mayoría de estos revolucionarios eran gente joven, ahora podemos ver videos de jovencitas xxx por doquier reflejando nuestras mayores fantasías eróticas. Universitarias, colegialas, animadoras, canguros, vecinas… y, en fin, todo un rosario de chicas de 18 años a las que todos querrían echarle el guante. Las webs de porno gratis se alimentan de todos estos roles que han sido los reyes durante años y años; y aunque ahora también vayan ganando otros estereotipos con otras protagonistas, te aseguro que el porno jovencitas estará aún durante mucho tiempo en los primeros puestos de los más visitados por los cibernautas.

Por cierto, la revolución sexual no va de ir por ahí follando como conejos, ni de tener varias parejas en stand by, ni de tener la libertad de ver pornografía a todas horas. Por desgracia, eso es lo que ha visto mucha gente durante muchos años, y aunque se supone que el espíritu sería poder vivir tu propia sexualidad como quieras y todo esto estaría permitido, no debemos quedarnos en la superficie. Recordemos que gracias a este movimiento, el mundo del feminismo ganó muchos puntos, y luego su influencia llegó a otros colectivos, como el de los LGTBI. Claro que, como todo en esta vida, no ha podido ser perfecto, aunque nos consuela saber que ni siquiera tiene un siglo de vida, ¡el futuro será mejor!